lunes, 31 de enero de 2011

Proceso del maltrato 3. El Principe Azúl



"Me regaló un anillo y me convirtió en su niña". Javier empieza a ejercer su rol de salvador, el protector, el que sabe lo que a ella le conviene y cómo y qué tiene que hacer. La broma que le hace en el coche ya denota el comienzo del juego de poder (control) que Javier desarrollará.

La madre aparece en el juego como Salvadora (1) de Javier. Este con un no verbal y tono de voz humilde y retraído (Victima), rechaza la invitación cortés que se le hace a cenar, la madre engancha y salva a Javier, insiste para que entre en la casa.

Diríamos que la madre no usa su adulto, los datos que posee de la última relación tormentosa que ha tenido su hija no le hacen plantearse la conveniencia de potenciar el "poder personal" de Sara, no deja que sea ésta la que decida sobre su tiempo y sus relaciones. La madre sigue reforzando la creencia de "tu éxito personal dependerá de que tengas un hombre al lado".

Por cierto, en la película no aparece el padre de Sara, ni se habla de él. ¿Estará proyectando la madre su propia frustración?.

Los valores "femeninos" y "masculinos" estereotipados aparecen nítidos en la escena final. La madre y la cuñada de Sara ya dan por hecho que Javier es la pareja de Sara (en sus esquemas no puede ser otra cosa, a pesar de que ella lo ha presentado como un amigo), el hermano desde su adulto no contaminado aporta la neutralidad y la parte racional: "no me parece nada, es un amigos, si se conocen hace un mes¡¡¡".

Los Padres (2) de las mujeres están encantados con el "valor" que Javier por ser hombre tiene incondicionalmente. Realmente no cubre las expectativas deseadas (no estudia, es mecánico, es tímido), pero cumple la creencia principal, es un "hombre educado y encantador" (prejuicio), en definitiva es un hombre, el principe azul, aunque destiña.

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